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Crónica de un día de huelga

Crónica de un día de huelga

Este es un relato real vivido y relatado por un compañero de trabajo.

Yo soy técnico de organización en una gran empresa automovilística ubicada en mi preciosa ciudad de Vigo, coincidió que charlando con unos compañeros salió el tema de los relatos eróticos en Internet, para ellos fue una gran sorpresa al enterarse de quién era Amateur, alguno de ellos había leído mis relatos, entonces uno de ellos me dijo si yo sería capaz de escribir lo que le aconteció en “Un día de huelga del año 72” en cuanto me contó su historia no dudé un segundo en escribirla, me pareció bastante interesante.

Este compañero mío al cual le llamaré Raúl (los nombres que pongo evidentemente son ficticios) tiene ahora 53 años, en el año 1972 se produjo en Vigo una gran huelga siendo esta encabezada por la práctica totalidad de la plantilla de la empresa en la cual trabajó, en esa época Raúl tenía 24 años y era una persona que aun estando de acuerdo con el fondo de los motivos que provocaron la huelga tampoco estaba dispuesto a que le crucificaran, por lo cual todos los días de huelga el se personaba en la portería de la factoría haciendo acto de presencia, desde luego nunca se atrevió a desafiar a los piquetes “informativos” entrando en el interior de la misma al igual que una gran cantidad de compañeros.

Raúl tenía un amiguete, Eduardo, el cual tenía un gran éxito con las mujeres y desde aquí es Raúl quien sigue con el relato.

Como antes ha dicho mi amigo, mi nombre es Raúl, en el año de los hechos tenía 24 años y era y soy Técnico de producción en una factoría de Vigo, estamos a mediados del mes de Junio del año 1972, en esta empresa se origina un gran conflicto laboral el cual paralizaría durante 15 días todo tipo de actividad laboral en la totalidad de la ciudad de Vigo, excepto la actividad de los Cuerpos Especiales de la policía Nacional, sobretodo los procedentes de León y Valladolid que llegaron a emplease a fondo y con verdadera saña, contra todo grupo formado por 4 o mas personas.

La mayoría de los trabajadores nos impusimos como obligación, él presentarnos media hora antes del toque de sirena de entrada en fábrica en los alrededores de la portería, la cual cerraban a cal y canto los piquetes informativos, cinco minutos después del toque de sirena la policía se ponía en marcha y soltaban porrazos a diestro y siniestro a todo aquel que pillaran delante, a partir de ahí comenzaban a originarse verdaderas batallas campales. Los trabajadores más inteligentes o sensatos o ambas cosas a la vez diez minutos antes del toque de sirena procurábamos desaparecer del que sería poco después el campo de batalla, uno de estos días cuando disimuladamente me alejaba me encontré con mi amigo Eduardo el cual estaba acompañado de dos chicas a las cuales yo conocía de vista, él me las presentó rápidamente, una, Elena, pelirroja con un cuerpazo descomunal, mediría aproximadamente 1,72 y con unas medidas formidables, 105 – 65 – 100 y la otra Carmen, mas bien bajita, muy morena y con un cuerpo realmente delicioso, lo tenía perfectamente proporcionado, ambas eran administrativas en el servicio de personal, después de las presentaciones Eduardo se dirigió a mi…

– ¿Qué vas hacer Raúl? ¿Cuáles son tus planes?
– Pues no lo sé, me imagino que dar vueltas por ahí.

– ¿Por qué no nos acompañas y pasamos el día juntos?
Yo me quedé mirando a las chicas y al ver en ellas un gesto de complacencia no me lo pensé dos veces, me decidí de inmediato, los cuatro nos dirigimos al coche de Eduardo y el tío enfiló la dirección a la Villa de Bayona, antes de llegar a dicha Villa hay un paraje llamado Monte Ferro el cual está rodeado por uno de sus laterales de pequeñas, solitarias y bonitas playas, en un Ultramarinos nos armamos de bocadillos y cervezas, Eduardo inicio la subida a Monte Ferro y al cabo de un kilómetro se internó por un solitario camino el cual desembocaba en una solitaria playita, en cuanto llegamos paró el coche y radiante de satisfacción nos pregunto…

– ¡Que! ¿Qué os parece el sitio?
– ¡Es maravilloso! Se nota que no es la primera vez que bienes por estos lugares he pillín (dijo Elena)
Por cierto Elena está casada y tiene 32 años y Carmen lleva dos separada del marido y tiene 34, el marido de Elena es un jefazo de fábrica y esquirol, entra todos los días y sale de fábrica protegido por la policía y eso a Elena la revienta, los primeros días se enfadaba un montón, ahora pasa de la cuestión.

Cogimos los bocadillos y cervezas y bajamos a la playa, se podría decir que eran dos playas en una pues en un lateral había una pequeña formación rocosa y al otro lado había otro pequeño arenal, nos dirigimos hacia ese lugar y Eduardo (el muy jetas) nos dice a Carmen y a mí…

– Vosotros dos en este lado, Elena y yo al otro ¿Qué te parece Elena?
– Que estoy de acuerdo.

Carmen protestó y no le sirvió de nada, yo no dije absolutamente nada, yo era el pipiolo de los cuatro, luego ya no lo sería tanto, ellos desaparecieron al otro lado de las rocas, el día era muy caluroso, me descalcé y me saqué la camisa. Eduardo en el coche tenía toallas pero ninguno de nosotros tenía bañador, Carmen se descalzó y se sentó a mi lado, en principio casi no hablaba pero a los 10 minutos ya hablaba por los codos, pasaría una media hora y nos pareció escuchar un gemido, Carmen curiosa se levantó y se acercó a las rocas, en cuanto se asomó al otro lado puso una mano en la boca para no gritar con los ojos abiertos como platos, yo al verla también me levanté y al mirar me quedé apapostiado ¡Eduardo y Elena totalmente en pelotas estaban enzarzados en un perfecto 69! En esos momentos Elena chupaba la polla de Eduardo soltándola de vez en cuando para exhalar un gemido de tremendo placer, Eduardo le estaba haciendo un trabajo supremo sobre su clítoris, me fijé que los pechitos de Carmen subían y bajaban aceleradamente y yo tenía mi polla como un hierro candente, entonces cogí a Carmen suavemente de la mano y tiré de ella hacia la toalla, ella se dejó conducir mansamente, sin mediar palabra la recosté suavemente sobre la toalla, acerqué mi boca a la suya y en principio la besé suavemente, ella se dejó hacer pero sin ser demasiado participativa, de repente como si despertara de un sueño comenzó a besarme furiosamente sus manos recorrían mi espalda y sus uñas me arañaban suavemente mientras su pubis buscaba afanosamente el máximo contacto con mi enardecida polla, Carmen de pronto se puso de rodillas sobre la toalla y sus manos rápidamente soltaron el cinturón y el cierre del pantalón, de un solo golpe me bajó pantalón y calzoncillos al unísono, en cuanto me los sacó sus manos cogieron mi polla acariciándola suavemente, mientras ella la miraba con gula y deleite, bajó su cabeza y su lengua comenzó a dar pequeñas pasadas sobre el prepucio, después de darle una serie de lamidas se puso en pie se quitó las bragas a toda velocidad, se situó sobre mi pecho y me metió su coño en toda la boca, yo nunca había tocado con mi boca el coño de una mujer y en principio me dio un poco de asco pero el perfume que soltaba era enervante y al mismo tiempo ella no me dejó pensar porque comenzó a frotarlo furiosamente mientras sus manos y boca se habían apoderado de nuevo de mi polla que estaba a reventar, con mis manos cogí el culo de la chica para frenarla sus locos movimientos sobre mi cara y como si de un verdadero experto se tratara mi lengua comenzó a recorrer dulcemente aquella hermosa grieta que se le ofrecía, noté la protuberancia del clítoris y comencé a chupárselo muy suavemente, ahora Carmen dejó de chupar mi polla y se concentro en el enorme placer que le estaba proporcionando, su culo se movía suavemente al compás de mis lamidas, yo se lo sujetaba firmemente para ser yo quien dirigiera la operación y no ella, después de haber descubierto esta técnica pretendía matarla de placer, quería grabarle mi marca a fuego, mi boca chupaba su clítoris, mi lengua jugaba con los sabrosos labios vaginales en un recorrido constante, ahora arriba, ahora abajo y adentro de su conducto vaginal todo lo que daba de sí, vuelta arriba y chupadita de clítoris, Carmen gemía cada vez mas fuerte y de pronto su culo comenzó a temblar, todo su cuerpo sufrió un poderoso espasmo lanzando un grito que debió escucharse en todo el Monte Ferro, en ese momento y como ella no había dejado de pajearme ni un momento yo lancé un poderoso chorro de esperma que fue a parar directamente a su cara y pecho, los chorros que lanzaba eran tremendos y ella glotona bajó rápidamente su cabeza y comenzó a tragarse todo lo que pudo, de pronto se escucharon risas y aplausos…

– ¡Bravo! Eso si que ha sido una gran mamada, no sabía yo que eras un experto en esas lides Raúl (dijo Eduardo)
– Raúl, yo también quiero probarlo (dijo Elena)
Entonces Carmen defendió lo que en principio consideró que le pertenecía y dirigiéndose a Elena le dijo…

– Eso será si le quedan fuerzas al terminar conmigo.

Todos nos reímos muy a gusto y Carmen terminó de desnudarse pues todavía conservaba puesto su blusa sujetador y falda, cuando se quitó todo Eduardo y yo nos quedamos embobados con su cuerpo, era menudita pero su cuerpo era precioso, sus hombros, pechos, cintura y caderas eran de una armonía tal que realmente podía servir como modelo para una estatua Griega, ella riéndose me metió en el mar, después de nadar un rato, salió y me dio un beso…

– Y tu cochinito ve a lavarte también, te huele la boca a coño que es un asco.

Todos nos reímos y todos fuimos al agua retozando como críos ya no había inhibición de ningún tipo a Elena le encantaba sumergirse y cogerme de la polla, la mía era más grande y gruesa que la de Eduardo (19 por 4,5 centímetros) en una de estas sumergidas me la cogió pero con la boca, ella tenía un aguante excepcional bajo el agua tanto que consiguió ponérmela como un poste de teléfono, ella salió bajo el agua medio asfixiada y cogiéndome de la mano me arrastró con ella a la arena, yo desde luego no me hice de rogar desde que la había visto le tenía unas ganas tremendas, era dos centímetros mas alta que yo y su cuerpo escultural, en cuanto llegamos a las toallas ella se espatarró sobre una de ellas abriéndose con sus dedos las labios del coño…

– Venga machote, méteme ese palo aquí dentro que esta rabiando por recibirlo.

Sin pensarlo dos veces me situé entre sus muslos y sin necesidad alguna de dirigirla la cabezota de mi polla como si hubiese olfateado el delicioso pastel de coño que se le ofrecía se incrustó en la entrada de su vagina, con un ligero movimiento de caderas esta comenzó a penetrar en el interior, era increíble lo lubricado que tenía el conducto vaginal, Elena realmente disfrutaba a tope con una buena polla introducida en su interior, mas tarde me confesó que la de su marido solo medía doce centímetros y por añadidura sufría de eyaculación precoz, en cuanto mis cojones llegaron a tocar su culo ambos acompasamos nuestros movimientos, ella manejaba sus músculos vaginales como si de una aspiradora se tratara, a pesar de que yo tengo un aguante tremendo falto muy poco para empezar a correrme pero ella se dio cuenta rápidamente y paralizó todo movimiento, descansamos un ratito mientras yo daba unos sabrosos chupetones a sus erectos pezones que estaban saladitos por efecto del agua del mar, de nuevo acompasamos nuestros movimientos, mi polla se deslizaba por su engrasado y caliente conducto de una manera maravillosa, follar a aquella mujer era una maravillosa experiencia, una maravillosa delicia, ella comenzó a emitir sonoros quejidos de placer y a acelerar sus envites contra mí yo simultáneamente aceleré mis acometidas, lancé un sonoro mugido y mi polla comenzó a lanzar en el interior de Elena un verdadero manantial de espesa y caliente leche, en ese preciso momento ella lanzaba un estridente grito y su espeso flujo se confundió con mi semen, los dos nos besamos con agradecimiento, no es fácil llegar a conseguir un orgasmo simultaneo tan poderoso, nos sentamos en la toalla y nos quedamos contemplando a Carmen como frotaba desesperadamente su coñito sobre la cara de Eduardo, evidentemente Eduardo no se percató del truco que yo había utilizado para paralizar sus frotamientos y el hombre casi se ahoga cuando Carmen comenzó a correrse y le incrusto todo su coño en nariz y boca cortándole la respiración, si no se la saco de encima se muere.

Era evidente que Eduardo era un verdadero experto eligiendo a las mujeres estas dos eran unas tremendas ninfómanas en cuanto descansaban un poco ya estaban pidiendo más guerra así que después de comernos tranquilamente unos bocadillos y tomarnos unas cervezas Eduardo y yo nos tumbamos sobre las toallas, ellas dos comenzaron a jugar, Carmen comenzó a dar lametones a mi polla mientras Elena hacía lo mismo con la de Eduardo, cuando consiguieron ponerlas bien duras (para lo cual tardaron un buen rato, cada uno de nosotros llevaba una media de tres corridas) Carmen que todavía no había probado mi polla en su coñito se colocó sobre ella y cogiéndola con la mano la dirigió al centro de su rajita, en cuanto posicionó la cabezota fue bajando su culito poquito a poco hasta que se la incrustó absolutamente toda, Elena hacía exactamente lo mismo con la de Eduardo (era todo un espectáculo contemplar a aquellas dos amazonas cabalgando a los dos sementales) yo me incorporé ligeramente, cogí a Carmen de las caderas, elevé un poco mis piernas y los dos nos quedamos abrazados sentados sobre la toalla, ella en mi regazo, en esa posición ella estaba empalada absolutamente pero al mismo tiempo estaba imposibilitada de hacer cualquier movimiento, ella comprendió perfectamente mi intención y mientras yo me comía sus preciosas tetitas ella hizo bailar sus músculos vaginales, las contracciones que comenzó a emitir a mi polla eran divinas materialmente me estaba chupando la polla con su coñito, estuvimos un largo rato en esa posición entonces me quede estupefacto “Ella me pidió a gritos que la enculase”

Sin pensarlo dos veces la quité de encima, la puse a cuatro y después de engrasarle la entrada del ano con sus propios flujos apoye la cabezota de mi polla en la entrada y comencé a presionar, después de empujar un poco la cabeza quedó encajada en su alojamiento empujé un poco mas y mi polla penetró más de la mitad, un poquito más y la tenía absolutamente toda adentro, en todo esto ella no dijo ni mú solo se limitaba a menear el culo con objeto de facilitar la penetración lanzando bufidos según la iba penetrando, después de llegar al fondo y esperar un ratito a que el hoyo se acostumbrase al invasor, comencé un lento movimiento de mete saca, sentía mi polla como en un caliente túnel donde se deslizaba con relativa facilidad, la sensación era maravillosa, mientras con mi mano izquierda la sujetaba de la cadera pasé mi mano derecha bajo ella y pude acariciar sus preciosas tetitas, los pezoncitos los tenía duros como piedras, era un placer pasar la palma de la mano sobre ellos, luego bajé la mano y con los dedos pulgar e índice comencé a excitar su clítoris, simultáneamente los movimientos de penetración se aceleraron, Carmen movía el culo de una forma deliciosa, ella comenzó a emitir sonoros gemidos y sin poder aguantar mas el placer que yo sentía comencé a lanzar tremendos chorros de semen en el fondo de su culito ella al notar el tremendo calor del mismo comenzó a temblar como una hoja movida por el viento, su corrida fue apoteósica.

Eduardo al ver como yo enculaba a Carmen quiso hacer lo mismo con Elena pero esta no se lo permitió le dijo que por ahí ella era virgen y que por ese agujero nadie la desvirgaría (yo me prometí hacerlo en cuanto tuviese la ocasión propicia)

Esto fue la crónica de un día de huelga donde a parte de librarme quizá de recibir una manada de hostias lo pasé divinamente follando a un par de ninfómanas compañeras de trabajo, además en solo unas horas sobre el arte de hacer el amor aprendí mas que en algunos años de vida. Ellas viven todavía, Elena tiene 61 años y Carmen 63 si alguna vez llegasen a leer este relato espero lo disfruten como yo lo he disfrutado.

Tengo un recuerdo especial para Elena, tres meses después de estos hechos dejó de ser “virgen” definitivamente, yo fui el feliz mortal que lo ha conseguido.

¿Qué te ha parecido el relato?


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