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La puta y su cornudo II

La puta y su cornudo II

Y así seguimos, yo con una anilla colgando de mi prepucio, un piercing que me impide penetrar a nadie y menos a ella, y mi mujer follando con todos los machos que vienen a visitarla, previo pago, claro.

Aunque últimamente hemos añadido otro servicio: que el cliente pueda follarme también a mí, a los dos, en un nueva prestación para clientes bisexuales.

Ella se sienta en la cama, abre los muslos, yo me pongo a cuatro patas y meto mi cabeza en su hermoso coño.

Ella me dice entonces que le ofrezca mi culo a él, que lo mueva en círculos como una putita en celo para que él se sirva, para que me folle como una zorra.

Y yo obedezco sumiso y complacido porque lo dice ella y yo sólo quiero verla feliz.

– Fóllate al cornudo –le dice al cliente.

Y él me la mete y me folla, mientras que yo le lamo a ella su hermoso coño de arriba abajo, de abajo a arriba, una y otra vez, hasta que consigo que se corra sobre mi cara para poder relamerme de sus jugos que tanto adoro.

Esta experiencia ha dado pie a que ella me diga que a partir de ahora jamás podré lamerle el coño, que tanto me gusta, si no me está follando al mismo tiempo una buena polla.

Así que al estar imposibilitado para penetrarla a ella y ahora además tener prohibido lamerle el coño, sólo me queda el recurso a lamerle su hermoso culo, a meter mi lengua en él, con el fin de excitarla y excitarla y que así le entren ganas de follar y se exhiba mejor ante los clientes para que de esta manera consiga alguno.

No hace mucha falta, esa es la verdad, porque ella es una puta salida y eso es lo que además más me gusta de ella; pero así consigo que ande todo el día excitada y que cuando desfila ante los clientes sea ella la que consiga atraerlos con sus miradas lascivas, sus andares voluptuosos y su ademanes de puta salida.

Y yo de paso consigo lamerle por fin el coño que tanto amo, cuando el cliente opta por darme por culo, por follarme, situación ésta que a mi mujer le excita mucho porque dice que la pone el ver follar a dos tíos.

Así es que yo procuro que los clientes me follen aunque no sean bisexuales y para eso les muestro nuestra fotocopia del libro de familia para que sepa que soy cornudo.

También les enseñó el cinturón de castidad que llevo puesto y que ata mi polla, para que sepa que no he follado jamás a mi esposa.

Y también me pongo ahora a cuatro patas al lado de mi mujer, mientras folla con él, porque así consigo que vea mi culito respingón y locuaz de puta, que yo muevo sinuosamente en círculos para atraer al macho y que se sienta tentando de follárselo y follarme, y ya de paso conseguir con esta argucia que mi mujer me permita lamerle su hermoso coño, que tanto amo y me cautiva. Porque la amo con toda mi alma y sólo quiero lo mejor para ella.

Por eso días después no me opuse a que ella me depilara todo el cuerpo, a que me pusiera cremas para hacer mi piel más suave, a que instalara en nuestro cuarto una bicicleta estática y a que me colocara un fuerte corsé en mi cintura para apretarla, según hacía el ejercicio.

– Así irás domando tu cintura mientras haces el ejercicio, se te estrechará, el culo se te volverá más pronunciado, más de putón verbenero y podrás satisfacer mejor a mis clientes.

Y yo acepto, sonrío y sigo paladeando porque la amo con toda mi alma, soy suyo y me siento su sumiso cornudo, ahora además también puta zorra.

Otra actividad que he de realizar en el servicio es procurar que el macho que se folla a la puta de mi mujer no decaía en sus ímpetus, por lo que cuando a él, en un apuro, se le afloja, ella me dice que le suplique que me ponga los cuernos, y yo dicho y hecho, me pongo de rodillas y se lo suplico, hasta que así consigo que a él se le vuelva a empinar, a poner dura, y que pueda así follarla más y mejor, que es lo que yo deseo y mi única preocupación como marido cornudo.

Así es que a veces, sin que nadie me diga nada, cuando él está echado de espaldas en la cama y tiene a mi mujer encima, clavada, cara él, yo me pongo entre los muslos de su macho, y le lamo los huevos para excitarlo, para que se le ponga más dura y así que pueda seguir follándola mejor.

Yo sólo quiero lo mejor para ella, porque la amo tanto que no reparó en nada para hacerla feliz, para que goce y goce sin trabas.

Y por eso cuando me dijo que íbamos a ser padres, que se iba a quedar preñada brinque de felicidad, aunque cuando supe que el padre iba a ser un negro me sentí muy preocupado.

– Cariño, tú y yo somos blancos, si tenemos un hijo negro todos van a pensar que soy un cornudo.

– De eso se trata, cariño –me respondió sin inmutarse.

Y callé.

Es mi misión en ésta vida, porque si hay algunos que nacen para cantar, otros para deportistas y otros para ser médicos, por ejemplo, yo he nacido para sumiso marido cornudo y ese será y es, mi sino para el resto de mi vida.

Y muy feliz de serlo.

Continúa la serie << La puta y su cornudo I

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