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La chica rara

La chica rara

¡Hola!. Me llamo Juan Antonio (es un pseudónimo).

Era verano. Iba con mi novia en el autobús, con nuestras bolsas, bocadillos, y bañadores debajo de la ropa dispuestos a pasar un excelente día en la piscina.

Me di cuenta de que había una tía, vestida como de negro (me parece recordar), que me estaba mirando todo el rato. No me quitaba el ojo de encima.

Estaba muy bronceada y tenia una cara ancha, que le daba un aire como de extraña. La forma de mirar, todo el tiempo, y su expresión, me daban esa sensación que uno tiene casi todos lo días cuando te encuentras con una persona que no parece muy normal. Entonces miras para otro lado.

Bueno, entonces ya estamos bañándonos en el agua que está muy buena y luego secándonos con las toallas. Así descansando y tomando el sol, mientras mi novia parecía medio dormida vi que la chica esa del autobús estaba en esa misma piscina tumbada boca abajo.

Al principio me parecía ella pero no estaba seguro hasta que se levantó y se sentó. Era ella. Llevaba un bikini negro. Fue entonces cuando me volvió a mirar pero en esta ocasión si que apartó su mirada. Me dio la sensación de que tenía un cuerpo voluminoso.

Mientras hablaba con mi novia o jugaba a las cartas, ella giraba su cabeza y me miraba de vez en cuando.

Volvemos a darnos otro bañito y cuando salgo del agua veo que la chica de negro se ha quitado la parte de arriba del bikini, enseñando sus pechos, que son muy grandes, por eso parecía tan robusta. Son verdaderamente dos bolas . Y de vez en cuando me mira. He de decir que mi novia y yo somos muy normalitos.

Cuando mi novia la ve echa una sonrisita y me mira echando una sonrisita y dice: “vaya”.

La chica me vuelve a mirar con esa boca tan rara que tiene. Las aureolas de sus pezones cubren gran parte del seno como si fuera una deformidad.

Durante el tercer baño me choco contra alguien. Es la chica rara , que tiene ese cuerpo tan bronceado.

Fuera del agua, estoy tumbado boca abajo y veo a la extraña cómo se seca con una toalla. Sus pechos son enormes. Me da una enorme lujuria. Mi picha se ha puesto dura y no me atrevo a darme la vuelta para que mi novia no lo vea y se de cuenta.

A lo largo de la tarde, el tiempo fue cambiando y nublándose el cielo. Al rato comenzó a llover, en una de esas tormentillas de verano. A esa hora la gente ya había comenzado a marcharse. Pero todavía teníamos tiempo de darnos algunos baños más.

Me pasé en el agua más de media hora. Me acerqué a la barandilla, que es donde estaba tumbada mi novia. Voy hasta allí nadando y de pronto me choco con alguien que viene buceando. Me encuentro con mis piernas rodeando un torso. Saca la cabeza del agua y es ella, la rara. Casi tengo apretado mi paquete contra sus senos. Me mira sin decir nada.

Mi novia no llega a ver que ella está a mi lado. Su aliento golpea mi cuerpo. Pero ella no se separa de mí. Se me está poniendo dura de nuevo. Estoy apretado a su barriga. Sus pechos se aplastan contra mí.

Hoy dan la serie esta de “Expediente X”- Le digo a mi novia.

Yo es no se de que va nunca- me contesta- el calvo ese, ¿es bueno o es malo?

¿Quién dices? ¿el fumador de cigarros?

No. El otro. Uno que es su jefe me parece.

Mientras hablamos noto que los pechos se me aprietan porque se le endurecen.

Me está dando corte y me voy nadando al otro lado. Salgo de la piscina, para que no me vea mi novia como tengo el pene de duro. Me doy una ducha de agua fría.

El que dices tu es Mitch Pillegi, al que el alma había abandonado su cuerpo durante una emboscada a su pelotón de soldados en el Vietnam.

Miré a mi alrededor y tan sólo quedábamos mi novia, yo y la chica que estaba todavía en el agua. La vi salir y dirigirse hasta unas escalerillas donde se secó y tumbó.

Ya son más de las siete y media. La piscina va a cerrar. Yo ya estoy vestido, con mi pantalón corto, esperando a mi novia que está en el vestuario. La chica no se ha movido de allí, pero de pronto se levanta y se vuelve a meter en el agua. No hay nadie.

Es la hora de irse-le digo a la rara.

¿Ya es la hora?-me parece que me ha dicho

No me hace caso.

¿Te apetece bañarte?- me dice. Habla de una manera extraña.

Entonces veo a través de una verja que mi novia ya está fuera esperándome. Además no está sola. Esta hablando con unas amigas. Oigo sus risas.

Si estoy metido en la piscina no me van a poder ver.

La tengo durísima. No me puedo controlar. Necesito aliviarme. Me fijo en los pechos de la chica que está en el agua. Son tremendos. Me desvisto; me pongo el bañador que todavía no está seco y me meto en el agua.

Voy dando unas brazadas hasta donde esta ella. Le cojo de la mano. “Ven, ven, ven, ven, ven…”Le digo. La llevó hasta una esquina, con el agua hasta la cintura. “Ven, ven,…”.

Me aprieto con mi bañador empalmado contra su cuerpo. No dice nada. Le toco las tetas con mis manos, sólo un momento. Saco mi polla y se la meto entre ellas. Me froto arriba y abajo.

Las noto mojadas. No se si es por el agua o por su sudor. Me parece que aumentan un poco de tamaño.

Están erectas. Yo respiro cada vez más rápido o mejor dicho jadeando. Aprieto sus senos contra mi miembro hasta que exploto en una corrida larga.

Cuando salimos del agua me doy cuenta de que ella tiene todavía restos. Yo en cambio estoy totalmente limpio.

Fuera me reuní con mi novia y sus amigas.

No quiero que penséis que actualmente soy putero o algo así.

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