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Confesiones de una chica madura

Tengo hace horas, cumplidos mis treinta y cinco años, si bien mi cuerpo por lo que veo y me dicen no denotan vejez, por el contrario, es exultante en ganas de actuar en forma sexual, mis provocaciones no son de carácter explosivo, tampoco creo que sean fáciles de ver, mi médico ginecólogo, que sabe que soy soltera, pero que siempre he tenido profusa vida sexual, siempre me ha dicho que todo mi ser es sensual, (yo diría que una puta reprimida), pero fue en el taxi de regreso del consultorio , que por vez primera me sentí con ganas de avanzar a un hombre, justo el conductor, era un hombre de unos cuarenta años, muy educado, se me ocurrió preguntarle si había sido taxista toda la vida con una sonrisa me dijo que era el dueño de la flota, que estaba haciendo un control de calidad del sistema de radiollamada, como si le hubiese dado cuerda, me contó que era separado, que estaba encantado con una cliente tan linda , empezó a interrogarme, como anillo al dedo lo lleve a que me invitara, era cierto era el dueño, lo llamaron de la base dijo que le diera de baja, que utilizaría el auto, avisando cuando lo deje, me llevo a un bar en San Telmo, hasta que directamente me invito a ir a Colonia (Uruguay) para ver en horas de la tarde el atardecer, eran las 11 de la mañana, como estaba limpia por la visita al médico, tenía los documentos y tenía ganas, le dije que era loco, pero que aceptaba.

Dejamos el auto en el aeropuerto de Don Torcuato, hablo a alguien, para que retirara el vehículo, me dio el teléfono, para que avisara, le hable a Laura, le di el teléfono de Daniel (mi acompañante), yo igual llevaba el mío, en sus palabras de divertite, sabíamos ambas de que hablábamos.

El avión lo alquilo, es lindo nuestro río de La Plata , su piel canela clara hace juego con ese manto de agua, la costa Uruguaya, enseguida se encuentra a la vista, el paisaje aéreo es hermoso, un poco hacia el norte vemos la Isla Martín García, su verde resalta , cuando su mano me agarro la entrepierna, con cariño, con deseos, fue el momento en que me felicite, por las ganas, el hombre y el día que había deseado, estaba contenta, aterrizando en el pequeño aeropuerto , tomamos un remise, fuimos a un Hotel cerca del centro antiguo, la ducha no falla, si bien no traíamos ropa de recambio, creo que ambos pensemos en lo mismo, cual adolescentes, nos besamos introduciendo en un juego de lenguas y aprietes nuestros cuerpos, tome su falo con mi mano apoyándolo en mi vagina, los flujos de ambos, hacían sonar a charco nuestros sexos, me introdujo todo esa hermosa carne, en la cama dura, abrazándolo con mis piernas, a esta altura mi vagina se dilataba y apresaba como en succión, ayudada con mis piernas, nos estábamos gozando, era lo que yo deseaba desde sentarme en el taxi, no se lo dije, por el contrario, estaba a gusto con él y si era posible, me gustaría mantener esta relación, de festejo pero realmente había química, nos cambiamos y fuimos a comprar algo de ropa sports a su pedido, me compre un vaquero, una remera, medias, bragas y zapatillas, el también excepto que cambio las bragas por calzoncillos, nos cambiamos en el Hotel, alquilo una moto grande, y fuimos a recorrer, esta pequeña ciudad museo, entramos por la ciudadela, sus calles, la costanera eran las cinco de la tarde, el sol golpeaba le pedí que nos pusiéramos a la sombra, desde ella mirábamos el río , un pequeño rumor de pequeñas olas, llegaba hasta nosotros, incrementado al paso de pequeños veleros , charlamos, sobre la ciudad, su estilo, su conservación, la gente, una ciudad que muestra con orgullo, su pasado, sus reliquias, dejando en claro que la dominación de los pueblos, se basa en su cultura siendo el idioma el primer separador en este caso con Brasil y el segundo la Geografía el Río con la Argentina.

La Plaza de Toros, en ruinas, queda como mudo testigo de otra época, enseñándonos que las cosas materiales perduran más que los seres humanos, muestran su impotencia ante el paso del tiempo, nos besamos cual colegiales, revolcándonos en el pasto, cuando vimos bajar el sol, entre pequeños islotes mirando hacia el oeste, nuevamente nos abrazamos, subimos a la moto y no me pareció nada largo el trayecto, llegamos al hotel, otra vez entramos a la ducha, haciéndonos cosquillas mutuamente, jugando, minuto a minuto, nos transformábamos en jóvenes , el agua tibia, relajaba nuestros músculos pero ambos sentíamos, que la pasaríamos bien, tomamos los toallones , que habíamos pedido en cantidad , sobre el piso del baño, me arrodille, corrí hacia atrás su prepucio y lamiendo su glande, presionando mi lengua contra él , me introduje todo ese falo, trayendo hacia la punta toda la piel, apretándolo suavemente hasta más allá de la campanilla , toda adentro, ahuecada la garganta , llegue al tope, para mí un récord, como sabía que el goce , para él no era ese , lo puse con su punta a la altura de mis células salivares más grandes, chupando y presionando, sacándolo un poco dejándolo sobre mi lengua, entro en éxtasis, acabando nuevamente, hacia veinte días que no mantenía relaciones ,esa carga estaba perfecta, lo lleve a la cama dormitamos un rato, abrazados como amantes de hace mucho tiempo, me asusto cuando despertó de golpe, al mirar la hora , como buen jefe ordeno vamos a cenar , nos reímos juntos, pero era verdad , si no nos apurábamos se hacía tarde, de casualidad encontramos un restaurante abierto, comimos entre los dos un chivito al plato yo comí menos que el , pero igual nos fuimos a dormir, era sábado, nos despertamos tarde, después de levantarnos, nos pusimos a jugar en la cama , terminamos por supuesto haciendo el amor, en la posición que más me gusta , el abajo con su hermoso sable parado, en cuclillas me fui penetrando, saliendo y entrando de a poco, una vez bien lubricada, me solté sobre él , sintiendo todo adentro de mi cuerpo, esto es algo especial, casi al instante acabo ,lo caliente más caliente que lo mío hizo erizar mi piel , un hermoso charco, salpicado por el paso de su falo, lo sentía cual música desordenada me tire despacio hacia atrás, resbalando su pene en mi vagina hasta que se sentó, deje que su punta se mantuviera a punto en mi cueva, me puse en clásica y otra vez me hizo mujer, me encanto, tomando los jugos de mi cueva, me lubrico el culo, un dedo, dos dedos, me gustaba, apoyo su pene y me penetro, tuve que gritar, me dolía, lo saco pidiendo disculpas, nos duchamos, otra vez me puse a orar con su falo, succionándolo, era lo que más le gustaba, nos cambiamos, compre en una farmacia , vaselina,! si, por supuesto para mi culo! no quería que se quedara con las ganas, después de almorzar, lo invite a dormir la siesta, le mostré la adquisición, se lubrico los dedos, esta vez me lubrico hasta que me relaje y se dilato, me entro tomando mis intestinos el rol de succión , eso hice, se lo exprimí, me acabo una vez más, esta vez en mi culito, que ahora si había aprendido.

Fuimos una vez más a ver el atardecer, pero a pie hasta la punta de la costanera vieja, la paz, de ese día , me dejo soñar, como si fuésemos pareja de hace mucho, él también se sentía a gusto, a la noche fuimos al casino, que queda en la ruta de salida para Montevideo, si bien hacia un poco de frío, era soportable, por supuesto que la plata que puso la perdió , casi automáticamente, su bronca brotaba, me había dado cien dólares, jugando en un slots, saque dos mil cuatrocientos dólares, se los di a él , su cara se transformó, no quedaba dudas, siempre había sido un ganador, no le gustaba que una mujer le diera plata, pero me beso y me dijo gracias, me dejo mil cuatrocientos y esta vez gano apostando solo los centrales (2da docena), nos fuimos contentos a tomar algo en un bar, pero lo convencí que pidiéramos champagne y lo lleváramos a la pieza, después de tomar, ambos varias copas, desnudos se puso en el suelo, le mame un poco para que se pusiera a tono y cantando el baile de la botella, me introduje, nuevamente en la jefa, estábamos eufóricos por el alcohol, gozamos esa última noche, a la mañana dejamos la moto, fuimos al puerto, tomamos el buquebus , en poco más de una hora estuvimos en Buenos Aires.

Lo llame a la tarde, en su teléfono me atendió, su hija (no me había dicho que la tenía), muy suelta, me dijo papa no está, pero le doy con mami, corte, había festejado mis treinta años, pero tenía que tomar conciencia que solo fue una aventura, los sueños de una pareja, casi por no decir nunca, salen de horas de lujuria.

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