Tengo 21 años, y esto ocurrió hace tan solo un par de meses, me encontraba pasando unos días con mis padres y mi hermano en la costa, estábamos en un hotelito, nada del otro mundo, con la típica piscina y poco más... pues bien, no hace falta decir lo mucho que me aburría con mis padres, estaba cansada de ir con ellos a todos sitios, así que una mañana que ellos salían de excursión les dije que me quedaría en el hotel porque no me encontraba nada católica para ponerme a dar paseítos.
Cuando llego hasta la plaza a la que suelo ir a correr, alcanzo a divisar a la primer y única persona que parece habitar el mundo a parte de mi; casi no la veo, pues esta sentada en uno de los bancos del centro de la plaza, casi oculto por las plantas. Me acerco para ver bien quien es y que hace, sigilosamente, sin hacer ruido llego hasta las plantas.
Movía mis caderas atrás y adelante, tratando de que entrara hasta el nudillo. MMMMMM que calentón me estaba dando. Me saqué el dedo y tome la ducha.
Terminamos de comer y vamos a sentarnos a una banca del parque, me he dado cuenta que tanto a Luis como a Pepe no les queda claro de quien es la ropa porque me han estado observando toda la mañana, quiero decirle a Clara que hable con ellos y les diga que ella me regalo esta ropa y ahora es mía.
La mujer dio media vuelta, como la situación menos tensa del mundo y se dirigió a la ducha. Toda mi humedad se secó en un instante. Era el momento de parar aquel absurdo, la excusa perfecta, pero él se agachó para besarme y limpiarme con su lengua los rastros de su pene en mis labios.
Así pensé que sería. Una vez que llegué a Madrid, Florencia se mostró fría, desangelada. Me recibió con indiferencia y cuando quise relatarle los diferentes episodios que había vivido en el extranjero, ella se levantó y se fue a la cama. Pensé que era aconsejable tomar el toro por las astas.
Me levante enfundado en mi bata y fui a buscar algo de tomar, pase por el living, y observe al resto, estaban sentado en ronda en los sillones, fumado y observando a una de minas cogiendo con dos de los flacos, note que mi amigo me miraba con cara de orto, no me importo.
En fin, que el caso de mi esposa era extremadamente difícil, ¿Cómo conseguir realizar mi fantasía?. ¿Proponérselo? Imposible. Lo más probable es que se lo contase a nuestros hijos para entre todos llevarme al psiquiatra. Eso en el mejor de los casos. En el peor podría ser incluso que me sacase de casa.
He estado en el internado desde los 6 años, mis padres quieren que sea alguien en la vida, no les fallare, sin embargo ahora no iré al pueblo con ellos, iré a la ciudad a casa de mi tía, la única hermana de mi padre, mi madre lo tuvo que convencer, pues mi tía es el escandalo de la familia, no se porque, dicen que ella es muy liberal, no entiendo porque lo dicen, ella es casada, tiene un hijo un poco mayor que yo, casi no van al pueblo
Ya no pude contenerme más y casi le desgarré la ropa para poder saborear su piel, sus pequeños pero bien puestos pechos y con sus pezones que cada vez estaban más y más duros, y como no, sus dulces flujos de los que no dejé caer ni uno solo en otro sitio que no fuera mi boca. Lo deseaba.
Fue imposible. Eran demasiado grandes para llegar a ella con mi lengua. Me monte sobre ella y empecé a jugar con mi verga entre sus nalgas. Se las abría y la dejaba aprisionaba con tremendas nalgas. Le dije que me la apretara. La gorda apretó sus nalgas y hasta me dolió el apretón pero era exquisito, mientras mi manos apretaban sus tetas que se desparramaban por el lado. Tenía que hacer mío ese culo.
De camino a su casa mi mano no se separó de su culo, y yo disfrutaba como un niño, ella me dejaba, me lo consentía, y aunque por una parte su novio también era amigo mío y tenía remordimientos, mi pene estaba tan duro como no lo había estado nunca, siempre había deseado hacerle de todo pero nunca me había atrevido a proponérselo.
Comencé a fijarme en su hija, una preciosa niña rubita de 18 años cuando yo tenía 23 y descubrí maravillado que tenía una madre que parecía su hermana y que todo el mundo se giraba para observarla el movimiento de culito, ella tenía en ese momento 40 años, no sé si inconscientemente por esa visión, acabé tirándola los tejos a su hija y nos convertimos en novios.
Me retire un poco hacia atrás con lo cual algunos centímetros salieron, para luego empujar nuevamente y esta ves sentí sus nalgas en mi abdomen, ella tomo mis testículos con la mano que tenia entre sus piernas y los acariciaba mientras la otra mano la paso por un costado y me tomo por una nalga jalándome hacia ella, de esta forma el acoplamiento fue completo.
Corrimos todos hacía las tiendas y colocamos las toallas y sacos de dormir abiertos cerca del fuego. Nos tumbamos entre besos, abrazos y toqueteos. Mi novia se tumbó boca arriba delante de mí y se abrió de piernas deseosa de que la lamiera entera.
ÉL ya estaba empalmado otra vez, no podía esperar más, le ordené que me metiera la polla, necesitaba sentirla dentro de mi, y eso hizo, me la clavó entera, la sentía entrar y salir, primero despacio... luego más y más deprisa.... más y más.... mientas yo me acariciaba el clítoris... estaba llegando a otro clímax... me paré... no quería acabar aun...
Tranquilo me dijo, a la vez que con una mano en la cabeza me empujaba para que me agachara. Abre la boca me ordenó. Temblándome las piernas y mirando para todas partes, a causa del nerviosismo que me había entrado, eso hice. Me agaché, abrí la boca, me sujeté a sus piernas con las manos, y empecé a chupar y tragar aquella polla.
Como había tomado algunas copas se me ocurrió reírme, aprovechando cualquier momento, pensando en lo sucia que era tía Marta. Cuando Ricardo me toca el culo tomo antes las medidas higiénicas pertinentes, pero lógicamente en aquella ocasión no estaba preparada.
Me arrodillé frente a el y le bajé el pantalón, tenía unos slips blancos y el pene más grande de lo que me había imaginado ya asomaba por el borde del elástico. Le bajé los slips y mi sorpresa fue mayor todavía, lo que yo pensaba que era una erección total, no era tal, todavía estaba blando pero sin embargo tenía unas dimensiones impresionantes.
Después de un intenso estudio con más de 5.000 mujeres, se ha realizado una clasificación según su forma de actuar al realizar el acto sexual.