Las demás chicas fueron pasando por el despacho y yo me puse realmente cachondo. Me excitaba tenerlas ahí frente a mí, nerviosas. Por fin sentía que esas insolentes niñas de papá me respetaban.
Luego de esto me dedique a realizarle todo un desfile utilizando todo lo que tenia disponible de prendas de mi mujer, fue un gran día el cual rematamos con una minifalda muy corta que me coloque pero esta vez sin tangas de manera que la parte inferior de la falda apenas tapara mi pene parcialmente erecto
Estuve largo rato chupando sus pezones y mientras lo hacía metí mi mano entre sus piernas acariciando su coño de arriba a bajo lo cual agradecía soltando más jugos, quité del todo su vestido y bajé sus bragas, quería tenerla completamente desnuda
Me tocó lo que peor podía tocarme. Tenía que comer, pero era un coño y era el coño de Juani... Me quité las bragas como ultima prenda, pues no estaba dispuesta a aquello, a pesar de las protestas de Juani
Todo sucedió en julio del 98 cuando mi esposa y yo fuimos a recoger las llaves de nuestro nuevo hogar, un fraccionamiento recién inaugurado, alejado de la ciudad con grandes áreas verdes, sin contaminación, donde únicamente se respiraba tranquilidad.
El sexo en su matrimonio se había convertido en rutinario. Fue con un chico masajista con quien encontró lo que parecía para él una obsesión desde hacia ya tiempo.
Dos amigas van a ver una "peli", cuatro machos sentados detrás de ellas, desatan a una de las chicas el morbo de la gente alrededor. Otra noche repitieron en su casa, esta vez se anima su amiga.
Mariana no quiso decir más. No hacía falta. Ya, de sólo de pensarlo tenía una buena erección y unas ganas inmensas de masturbarme. Pero prefería guardar mi leche para la fiesta que imaginaba me esperaba mañana.
Mi camisón era un estorbo así que colabore en los movimientos para despojarme de él. Ahora estaba boca abajo en mi cama solo cubierta por la tanga cola les que era mi única prenda y siendo recorrida por unas manos fuertes pero que sabían tratar a una mujer
Su coño se había adaptado a colosal intruso, que ahora entraba y salía con un ruido sonoro, como de chapoteo, y nos invitó a todos a hacer lo mismo.
Eso basto para que yo inmediatamente soltara más churretazos de leche en su garganta la cual él recibió como un niño al regalarle caramelos.
Se abrió de piernas e indicándome que fuera hacia a ella para que le metiera mi verga por su coño, empecé lentamente, muy lentamente para ir poco a poco subiendo el ritmo.
La seguía agarrando por el pelo y le empujaba su cabeza para que tuviera todo mi miembro hasta su garganta. Ella sollozaba de placer. Me lo chupaba como si fuera un helado.
Un e-mail la dejó tan cachonda, que aquella misma noche, en casa con un amigo aceptó cosas, antes prohibidas para ella.
Me quedé allí un poco, saboreando las sensaciones de estrechez y temblores que sentía Sara. Le cedí la iniciativa cuando la lengua de Hugo recuperó el ritmo de su placer, y no me sorprendió lo más mínimo ver a Eva empalada